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Me quiero distanciar de la iglesia o de un hermano

Gracias por compartirme tu inquietud, de hecho, acabamos de ver una serie en donde estudiamos cómo debe ser el amor entre hermanos y lo difícil que es lidiar con las debilidades, imperfecciones y diferencias entre hermanos (te invito a ver la serie). No voy a poner todo lo que vimos en esa serie, pero sí quiero darte una guía rápida para sepas cómo lidiar con este tipo de situaciones. Ok, veamos:  “tuviste una diferencia con un hermano de la iglesia”, o “alguien de la iglesia te hizo sentir incomodo”, te dió “un mal trato”, o “te insultó”, te “humilló”, o “hay alguien que te cae muy mal que ni lo puedes ver” o, también lo que a veces pasa: “tienes diferencias doctrinales con tu pastor que te son difíciles de tolerar”, y por causa de algunas de estas razones te quieres distanciar, cambiar de iglesia o, de plano, dejar de asistir a la iglesia.

1) No busques tu comodidad
Antes de que tomes alguna decisión de distanciarte o cambiar de iglesia, revisa bien la motivación de tu corazón. ¿Porqué te quieres separar o distanciar del hermano o de la iglesia? Si la respuesta es “porque te incomoda”, cuidado, estás motivado por la naturaleza pecaminosa. La Biblia enseña que naturaleza pecaminosa quiere todo lo que es centrado en ti y tus caprichos; lo que es fácil y sin esfuerzo; en lo que es rápido o inmediato; y todo lo que es cómodo o evita el sufrimiento. Mientras que el Espíritu nos mueve a la autonegación, lo que requiere esfuerzo y dominio propio, lo que requiere tiempo y persistencia, y nos saca de nuestra zona de confort. Y es que en la zona de confort y comodidad no hay crecimiento ni madurez, y Dios está más interesado en tu santificación y madurez que en tu comodidad. Por eso, por amor a ti, permite este tipo de situaciones, pues sin ellas no habría crecimiento en tu vida espiritual. Por algo la Biblia dice que tengamos por sumo gozo cuando estemos pasando por diversas pruebas (Stg.1:2). Si te vendieron la idea cuando llegaste a Cristo que todo iba a ser color de rosa, sorry, pero no es así, Jesús te advierte que si no estas dispuesto a autonegare y tomar tu cruz, no eres digno de él (Mt.16:24). Lamentablemente, para muchos creyentes, cuando seguir a Cristo (su Palabra o instrucciones) les empieza a causar algo de incomodidad o sufrimiento, se apartan de la Palabra para seguir sus placeres o comodidades. Por ejemplo, si por tu comodidad te apartas del mandato de Dios de congregarte (He.10:24-25) o te buscas de esas iglesias tipo “misa” en las que no te integras para “no ser dañado”, sabes que estás cayendo en este error.

2) Madura y lidia con las ofensas y diferencias
La Biblia te enseña que “los fuertes en la fe soportan las flaquezas de los débiles” (Ro.15:1). Si no las soportas es que estás en el grupo de los débiles o inmaduros de la fe. Pero la idea no es que te quedes ahí, sino que madurez. La Biblia enseña que lo primero que debes hacer cuando tienes alguna ofensa o queja contra algún hermano (Col.3:13), es perdonar como Cristo nos perdonó (Ef.4:32), es decir, debes perdonar de forma incondicional y unilateral (sin esperar a que la persona te pida perdón, y sin esperar a que cambie), y que debes hacerlo de corazón (Mt.18:35). Esto es crucial porque si no perdonas, tu Padre celestial no te perdonará (Mt.6:15) ocasionando que se corte tu comunión con él y que sufras en carne propia la condena eterna de tus pecados. ¿Cómo sabes que perdonaste la ofensa? Cuando tratas a la gente que te ofendió con los frutos del Espíritu: siendo amoroso, paciente, amable, bondadoso y humilde (Ga.5:22-24), y cuando devuelves bien por el mal que te hicieron (Ro.12:17): saludándolo con cortesía (Mt.5:47), orando por él (Mt.5:44), y haciéndole favores por iniciativa propia cuando vea que los necesite (Ro.12:20). Pero si en cambio, ya no le vuelves a hablar, le sacas la vuelta para no saludarlo, evitas su presencia, le haces caras de desagrado, o lo tratas de forma seca o áspera, sabes que no estás mostrando el amor de Cristo (en teoría tu deberías tratarlo como Cristo lo haría en tu lugar) y que no lo has perdonado genuinamente. En el taller de sanidad emocional enseñamos a profundad como sanar las heridas y como reconocer, por los síntomas, si realmente fueron perdonadas o no, te invito a verlo. Estas situaciones son excelentes oportunidades para ejercitarte en la sanidad emocional y en los frutos del Espíritu, de lo contrario ¿de que otra manera se podrían ejercitar? La paciencia, el amor, la bondad, la benignidad, etc. solo se pueden desarrollar con gente que es difícil de lidiar. Así que alégrate, porque por medio de gente como esta, crecerás para madurez —siempre y cuando no huyas de la situación sino que reacciones correctamente.

3) Amonesta al hermano.
La Biblia dice que Dios “no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños” que creen en él (Mt.18:14). Y para ello te delega a ti, la parte ofendida o afectada, a que vayas con tu hermano y le muestres su error o su falta (Mt.18:15). Obviamente, esto se debe hacer después de haber perdonado y lidiado con la falta, pues no vas con la actitud de reclamarle para que te pida perdón, sino con la actitud de ayudarle a corregir su comportamiento por causa de su santificación y salvación —recuerda, el Padre nos instruye esto porque no quiere que dicha persona se pierda, sino que corrija su conducta. Si no atiende tu corrección, Jesús dice que no te des por vencido, sino que insistas yendo con uno o dos testigos, y si no entiende, que traigas el caso a la iglesia, es decir lo informes al pastor de su iglesia (Mt.18:16-18). Obviamente la corrección que realices tiene que hacerse con toda paciencia y doctrina (2Ti.4:2), es decir, con base en la Palabra. Ni se te ocurra corregir a tu hermano en asuntos de opinión personal, la corrección que realices solo puede hacerse por violaciones a la Palabra de Dios o por violaciones a tu autoridad en las áreas en las que legítimamente la tienes. Si es un asunto de desviación doctrinal, igualmente, por amor al hermano debes corregir al hermano con toda doctrina. Dejarlo en su error es actuar en desamor.

Cosas que sí ameritan separación y cambio de iglesia.
Hay pecados u errores que por su gravedad no se deben tolerar en la iglesia y por ello se nos ordena no relacionarnos con los cristianos que persisten en practicarlos: “no deben relacionarse con nadie que, llamándose hermano, sea inmoral o avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni siquiera deben juntarse para comer.” (1Co.5:11). Fuera de estos pecados no hay justificante para cortar la comunión o separarnos de algún hermano. No hay cristianos perfectos, pero sus fallas e imperfecciones siempre será para tu bendición. Por otro lado, si en la iglesia hay una desviación doctrinal en temas cruciales al evangelio, es también justificable el que te apartes y busques otra iglesia. Si la diferencia, sin embargo, es solo por temas periféricos, no es justificable. ¿Que temas son cruciales al evangelio o qué temas son periféricos? Eso lo vemos en este estudio. Diferencias por  temas periféricos no son suficiente para cambiar de iglesia, así que debes considerar también otros factores para dicha decision. En el link anterior se discuten dichos factores. Solo recuerda, no se trata de “¿cual iglesia quieres tu?”, sino de “¿a cual iglesia quiere Dios que tú vayas?”

Por ultimo, considérate a ti mismo
Algo que tienes que recordar es que no eres perfecto, que tú también vas a herir gente y la vas a hacer sentir mal; en algún punto también vas a enseñar algo desviado de la Palabra, y no se trata de si pasa o no, sino de cuándo va a pasar. Te recuerdo esto porque como personas tendemos al orgullo, es decir ver con facilidad los errores del prójimo mientras que ignoramos los nuestros creyendo que nosotros somos mejores o perfectos o que nunca vamos a cometer los mismos errores, pero no lo somos y la vamos a “cajetear”. Tener presente esto te ayudará a impartir la misericordia que te gustaría que a ti también te dieran cuanto tu caigas. Como dice la Biblia “puedes tratar con paciencia a los ignorantes y descarriados, porque tú también está sujeto a las mismas debilidades” (He.5:2). La humildad propicia las relaciones, pero cuando hay orgullo hay fricciones y división. Pero cuidado, porque al orgullo le sigue la destrucción o la humillación (Pr.16:18; 29:23)

PD: Ve por favor los links con los estudios
Se que te cae mal que te ponga links con estudios y talleres, y que prefieres que te lo diga todo resumido y en el momento que lo pides o necesitas. Proverbios dice: “El perezoso mete su mano en el plato, y ni aun a su boca la llevará” (Pr.19:24). El plato de comida ya está servido, y se invirtieron horas de estudio y trabajo para prepararte material que alimentará tu fe y propiciará tu crecimiento espiritual, solo es cuestión de que lo tomes. No seas como el flojo del pasaje que ve el plato servido y le da flojera tomar la cuchara y comer. Que no seas de los que quieren todo “peladito y en la boca” o, en términos más bíblicos, “no seas perezoso; más bien, imita a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas” (He.6:12)

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