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El matrimonio civil ¿válido ante Dios?

Disculpa la tardanza, pero no había podido darme tiempo para contestar tu inquietud. La respuesta aquí será muy concisa pues abordamos esto a profundidad en el taller de matrimonio, y en la epístola de ¿El matrimonio no es Bíblico? así como el de Unión Libre ¿Dios la permite?. En las dos epístolas explicamos qué es lo que constituye a un matrimonio y porque el concubinato es inmoral ante los ojos de Dios. Se que no son exactamente el asunto de tu inquietud, pero leerlas te ayudará a esclarecer tu duda: ¿Cómo puede ser valido ante Dios el matrimonio civil si las personas que lo hacen no están explícitamente haciendo un pacto delante de Dios?

Ok, Vemos primero las premisas de esta inquietud: a) un matrimonio solo es valido siempre y cuando se haga ante Dios y/o ante un pastor o ministro —es decir, que sus votos los hagan ante Dios. b) Un matrimonio civil o de cualquier otra índole que no tome en cuenta a Dios en la ceremonia de matrimonio, no es valido. El pasaje que usas como referencia para esto es “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt.19:6), entendiendo que, para que Dios los una, tiene que hacerse el matrimonio ante él (la ceremonia o los votos de matrimoniales). Si no se hace así, entonces Dios no los unió, y por lo tanto, no están unidos en matrimonio.

Si te das cuenta en el texto solo se lee “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”, pero en ningún momento dice de que manera Dios une a las personas en matrimonio. Decir que la forma en que los une es solo por medio de una ceremonia religiosa en la iglesia, es asumir algo que no está en el texto, cuanto más cuando en los tiempo de Jesús no los casaban ni ningún sacerdote o ministro, ni lo hacían en el templo. Hay gente, como el pastor con quien tuve la discusión en la epístola de ¿El matrimonio no es Bíblico?, que dice que lo que une a dos personas en matrimonio es solo el acto sexual, haciendo imposible así la fornicación (el sexo fuera del matrimonio) o las relaciones de concubinato, pues tan pronto tienes sexo con alguien, ya te uniste con esa persona en matrimonio, convirtiendo dicha relación sexual en algo lícito. Obviamente dicha enseñanza es una herejía que condena al infierno a todas aquellas personas que la practican pues la Biblia dice claramente que ningún fornicario heredará el reino de los cielos (1Co.6:9-10). En tu caso no caes en dicha herejía, pero sí caemos en el riesgo de invalidar matrimonios que Dios unió, solo porque no hicieron los votos delante de Él. Por ejemplo, si una pareja se casa por el civil 5 meses antes de la ceremonia religiosa, y llegan a tener problemas entre ellos al punto de cancelar la ceremonia religiosa, bajo esta postura uno les podría decir que está bien que se divorcien del matrimonio civil porque “al fin y al cabo no se hizo delante de Dios y por lo tanto Dios no los unió”. Del mismo modo esta postura invalida todo matrimonio civil de gente no creyente. Uno podría decir de ellos que ante Dios no están casados y están en fornicación. Y se les podría decir que pueden abandonar su matrimonio civil, al cabo delante de Dios no tiene validez. Sin embargo, si esto no es cierto, y el matrimonio civil sí tiene validez delante de Dios, uno se encontraría yendo en contra de una relación que Dios ha unido y ayudando a Satanás a menoscabar y destruir dichas relaciones. 

Si la interpretación que generan tu inquietud fuera verdad, una de las primeras cosas que harían todos los pastores y ministros con las parejas casadas por el civil que vienen a Cristo, sería casarlos ante Dios en la iglesia, pues se les acusaría de “estar en fornicación”. Sin embargo, ninguna iglesia de ninguna denominación hace eso. Lo que si hacen es que los que están viviendo en unión libre los casan, pero los casados por el civil nunca se les ha acusado de fornicación ni se le ha obligado casarse por la iglesia. ¿Están mal que las iglesias cristianas tomen esta posición? ¿No era acaso la misma posición que enseñó Pablo con las parejas casadas fuera de la iglesia que se llegaban a convertir? Claro, esa era la posición que Pablo enseñaba pues él decía a las parejas casadas antes de venir a Cristo que así se quedaran y que no se separen, reconociendo con ello el matrimonio fuera de la iglesia. Veamos el pasaje:

Para los que ya están casados, tengo un mandato que no proviene de mí sino del Señor. La esposa no debe dejar a su marido; 11 pero si lo deja, que no se case de nuevo o bien que se reconcilie con él; y el marido no debe dejar a su esposa.

12 Ahora, me dirigiré al resto de ustedes, aunque no tengo un mandato directo del Señor. Si un creyente está casado con una mujer que no es creyente y ella está dispuesta a seguir viviendo con él, no debe abandonarla. 13 Y, si una creyente tiene un esposo que no es creyente y él está dispuesto a seguir viviendo con ella, no debe abandonarlo. 14 Pues la esposa creyente da santidad a su matrimonio, y el esposo creyente da santidad al suyo. De otro modo, sus hijos no serían santos, pero ahora son santos. 15 (En cambio, si el esposo o la esposa que no es creyente insiste en irse, dejen que se vaya. En esos casos, el cónyuge creyente ya no está ligado al otro, porque Dios los ha llamado a ustedes a vivir en paz). 16 ¿Acaso ustedes, esposas, no se dan cuenta de que sus maridos podrían ser salvos a causa de ustedes? Y ustedes, esposos, ¿no se dan cuenta de que sus esposas podrían ser salvas a causa de ustedes?

17 Cada uno debería seguir viviendo en la situación que el Señor lo haya puesto, y permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez. Esa es mi regla para todas las iglesias. (1Co.7:10-17)

Pablo estaba respondiendo una inquietud genuina, pues si al venir a Cristo todas las cosas son hechas nuevas (2Co.5:17), ¿significa que mi vida se resetea y todo lo que hice antes de Cristo no tiene validez? No sino que Pablo ordena en el versículo 10 a las parejas a quienes Jesús las alcanzó estando casados, que se mantengan así y no se divorcien. Obviamente habría casos en lo que el Señor solo alcanzaba a uno de los casados, y en dichos casos Pablo amonesta en los versículos del 12 al 16, que si el cónyuge incrédulo consiente en seguir casado con el creyente, que no se divorcie. Tu podrás decir “pero todo eso se refiere a los casados después de cristianos”, por el contexto es evidente que no es así, sino que está abordando como tratar su matrimonio cuando uno llega a Cristo, como lo aclara Pablo en el versículo 17: “Cada uno debería seguir viviendo en la situación que el Señor lo haya puesto, y permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez”. Por otro lado, si no fuera así y se trataran de matrimonios después de cristianos, entonces estaríamos diciendo que estaba habiendo matrimonios entre creyentes e incrédulos, cosa que Pablo condena en en el versculo 39, así como en 2Co.6:14-18.  Así que podemos descartar que está hablando de matrimonios concertados después de venidos a la fe, sino antes, y Pablo estaba dando instrucciones de cómo debe de manejarse dicha situación (esto lo puedes corroborar en cualquier comentario Bíblico o Biblia de estudio, o por cualquier pastor).

Con este pasaje se desprenden varios principios: 1) los matrimonios celebrados fuera de la iglesia (paganos o seculares) tienen validez ante la iglesia y ante Dios: se les reconoce como casados por Dios y él les ordena permanecer así una vez venidos a Cristo. 2) El matrimonio no es validado por la fe de las personas pues se está aceptando el matrimonio celebrado antes de ser cristianos; del mismo modo, se está considerando como válido el matrimonio a pesar de que solo uno de los cónyuges sea el cristiano. Si la fe no es lo que valida el matrimonio ¿que es lo que lo valida? Lo valida el que cumpla los requisitos de Dios, es decir, que se realice conforme al diseño de Dios. Recordemos que en el tiempo de la iglesia primitiva, en entre los gentiles romanos, el matrimonio era heterosexual y monógamo, en concordancia con el diseño Bíblico. Si no fuera así, Pablo no lo hubiera reconocido jamás como matrimonio. Un “matrimonio” homosexual, o en incesto, por ejemplo, hubiera sido reprobado pues ante Dios dichas uniones no son “matrimonio”. Del mismo modo, el divorcio fuera de la iglesia cristiana tienen validez ante Dios, siempre y cuando cumplan con la normativa de Dios para ese tema, sin importar la fe de los cónyuges. Debido a esta validez independiente de la fe, la Biblia habla de matrimonios, de bodas, casamientos, de esposos y esposas entre los no creyentes (Gn.34:9,16; 26:7,10; 39:6, Mt.24:38; Jue.3:6; Jue.15:2; Dn.11:6, etc.), cosa de la que no hablaría si solo se reconociera los matrimonios ante Dios. Pero la Biblia sí los reconoce y Dios utilizará un mismo estándar para juzgar todo matrimonio, sea cristiano o no cristiano. Debido a ello, en un matrimonio entre incrédulos, se le puede acusar al esposo de cometer adulterio si no le es fiel a su esposa, o de pecar contra Dios si no la ama como la Biblia ordena a los esposos. Seguramente te preguntarás “¿pero como es esto posible si Dios no ha unido a dichos matrimonios?”. La Biblia enseña que Dios une a una pareja en matrimonio cuando, de su propia voluntad, deciden casarse —lo hagan delante de Dios o no. Y una vez casados ya están unidos ante Dios —y lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Por eso típicamente los matrimonios registrados en la Biblia son producto del deseo y voluntad humana, pero aunque se unen por voluntad humana, es una unión que cuenta con el aval y sello de Dios —si es que se realiza conforme a su modelo para el matrimonio. Es decir, Dios une a dos personas cuando, de sus propias voluntades, deciden casarse. No las une ningún sacerdote, o pastor, o ministro de Dios, sino sus voluntades contrayendo el compromiso matrimonial de forma pública o con testigos. ¿Porqué digo de forma pública o con testigos? eso lo explico a detalle en Unión Libre ¿Dios la permite?. Pero por lo pronto es claro que el matrimonio fuera de la iglesia es reconocido por Dios.

Los cristianos nos casamos también por la iglesia, no porque el matrimonio civil no sea válido, sino como una forma de testificar públicamente que la unión la estamos llevando acabo delante de Dios y que dicha matrimonio se regirá bajo sus normas y principios. Aunque esto lo hacemos más por tradición que por obligación. Esta tradición de casarse por la iglesia se remonta a los tiempos de la caída del imperio romano, cuando la iglesia, como la principal institución sobreviviente, gradualmente empezó a adquirir funciones gubernamentales para establecer el orden social. Así, casarse por la iglesia, eventualmente se convirtió la forma de oficializar (legalizar) la unión matrimonial en una sociedad en donde los débiles gobiernos no tenían los suficientes medios para ordenarla. Recuerda que la oficialización del matrimonio es de vital importancia por todas las cuestiones legales que esta relación conlleva (manutención, herencia, divorcio, etc.). Antes, el gobierno romano tenía el control de dichas uniones, después, la iglesia lo heredó. Previo a esto, no hay registros de que los apóstoles o ancianos de la iglesia primitiva anduvieran casando a gente, esto era un asunto entre privados validado por el gobierno de dicha sociedad, tal como sucedía en el antiguo testamento. De hecho, el primer registro de ceremonia de boda cristiana es del siglo 9. Previo a esto los líderes de la iglesia, si intervenían, era solo para asegurar que los matrimonios se hicieran con forme al diseño de Dios, como Pablo lo hacía al sancionar que la mujer cristiana es “libre para casarse con quien quiera, pero solamente si ese hombre ama al Señor” (1Co.7:39).

Ahora bien, si tu decidieras cambiarte de iglesia y buscar una que, dentro de su profesión de fe, creyera que las bodas civiles son invalidas, dudo mucho que la encuentres… y si la encuentras, me temo que estarías cayendo en una iglesia que no enseña correctamente la Biblia y que es de condenar pues con su creencia, invalida matrimonios reconocidos por Dios como Pablo enseña.

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