La Biblia establece un proceso que se debe seguir cuando un hermano tenga algo en contra de otro: debe ir primero a solas para confrontarlo, si no hace caso, debe reintentarlo con la ayuda de dos o tres testigos, y si ni así hace caso, se debe traer el caso ante la iglesia (Mt.18:15-17). Este proceso que Jesús mismo estableció tiene varios propósitos, uno de ellos, el principal, es hacer todo lo posible para traer al hermano que se está descarriado de vuelta al buen camino. Otro propósito es el de acallar acusaciones en falso o infundadas o que se llegan a dar por confusiones o malinterpretaciones —aquí la intervención de más gente de la iglesia ayudan a mitigar confusiones o acusaciones en falso o por confusión. La otra razón por la que se establece este proceso es para evitar chismes y difamaciones, pues la orden cuando alguien peca contra ti no es ir a contárselo a medio mundo, sino aclarar el caso primero en privado, luego con testigos, y posteriormente de forma pública con la iglesia; sin embargo, cuando se falla en hacer esto y se ventila primero el caso con terceros a espaldas del involucrado, se le deja en desventaja pues no puede refutar nada de lo que se dice, y la Biblia dice: “el primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta”. Sin embargo este hermano en vez de seguir dicho protocolo, ha acudido a hablar mentiras de mi contra con cuanta persona se presta para escuchar su versión de los hechos. Calumnias en contra mía siempre he tenido: “que dije la fecha en que Jesús va a regresar”, “que estoy armado una secta”, etc. pero es la primera vez que tengo una campaña activa de una persona para tratar de desacreditarme. Dada esta situación me veo obligado a exponer mi defensa a sus difamaciones. Esto principalmente para que no haya obstáculo a la Palabra de Dios que compartimos, y el testimonio manchado no venga a ser piedra de tropiezo a alguien más, también lo hago con la esperanza de poder que acallar a este hermano en sus difamaciones y así no traiga sobre sí más condenación.
Contexto:
Este “hermano” fue traído a juicio ante la iglesia por haber realizado un fraude contra a su exesposa: le quitó con mentiras la camioneta que le había regalado. Previo a eso fue confrontado de forma privada y luego con testigos. Puesto que en ninguna de estas tres instancias (en privado, con testigos y ante la iglesia) el “hermano” procedió a arrepentirse sino que persistió en su pecado, fue expulsado de la iglesia tal como la Biblia instruye. Actualmente se congrega en otra iglesia, y el pastor fue notificado ante la situación. En este contexto el “hermano” ha procedido a levantar calumnias en mi contra por haber dirigido dicho proceso en su contra.
Calumnia 1:
Este hermano asevera que “yo siempre estuve de acuerdo en que le quitara y vendiera la camioneta que le había regalado a su ex-esposa”, que “yo sabía que él se la había regalado y que aún así estaba de acuerdo en que se la quitara”. Esto es falso. Lo que él me dijo a mi es que NUNCA le había regalado la camioneta a su ex-esposa y que, si le había dado los papeles, fue para que ella la vendiera en Chiapas a su nombre mientras ella la usaba. Cuando me dijo eso yo le dije que “si la camioneta era de él, que entonces estaba en todo su derecho de quitársela”. Lo que yo no sabía es que el “hermano” me había mentido, por eso me sorprendí cuando su ex-esposa me abordó para decirme “mi ex me dijo que estabas de acuerdo en que me quitara la camioneta que me había regalado“. Cuando me dijo eso me quedé congelado porque el “hermano” me había dicho que la camioneta era de él y que nunca se la había regalado. Prueba de que lo que estoy diciendo es verdad está en el audio del caso ante los tres testigos: ahí se puede oír que yo menciono delante de él y los demás presentes que él a mi me había dicho que nunca le había regalado la camioneta a su ex, a lo cual él nunca contradijo porque sabe que fue verdad. También ahí se puede escuchar que el “hermano” no quería aceptar que le había regalado la camioneta a su ex, y que lo terminó reconociendo a regañadientes después de mucha presión de nuestra parte. Mi testimonio y la evidencia demuestran que el “hermano” está mintiendo. Su mentira me hace ver como coludido junto con él en su fraude, y como alguien que lo traicionó por quitarle a última hora mi apoyo ante lo que hizo. En dicho caso, soy yo el traicionado quien fue engañado por él para apoyarlo a vender algo que moralmente no era suyo.
Difamación 2:
El “hermano” también asevera que lo cite con engaños a la junta con los testigos, dice que yo le dije que era para resolver “convenios rotos” de su matrimonio, y que le escondí que iba a haber testigos en la junta. Esto también es completamente falso. Yo había hablado con él días antes para explicarle que Betty quería tratar el asunto de la camioneta ante testigos como dice la Biblia. Ahí le comenté que su ex lo acusaba de quitarle un carro que él le había regalado, a lo que el “hermano” respondió que “entonces él iba a sacar todo lo que su ex había hecho (en su matrimonio) y los acuerdos que había roto, y que ‘iban a saltar chispas’ “, a lo que le dije que “adelante, que lo hiciera” —pensando que “dichos acuerdos rotos” iban a tener relación con el asunto del carro para el cual se le estaba citando (y aún si no tuviera relación, se podrían agendar dichas quejas para tratarse después de haber resuelto el caso de la camioneta). Prueba de que lo que digo es cierto está en que llegando a la junta el “hermano” presentó ante los testigos la documentación de todos los gastos en los que había incurrido con la camioneta para así validar su derecho sobre el vehículo. Esta documentación demuestra que él sabía bien el tema que íbamos a tratar y que era el de la camioneta. También hay un whatsapp en el que le digo “tu ex va a querer que le ayudemos a mediar entre tu y ella la situación del carro y todos los acuerdos ‘rotos’ “. Así que también por escrito hay evidencia de que le dije que hablaríamos del vehículo. Mi referencia en el whatsapp a “los acuerdo rotos”, es a lo que me dijo que quería platicar si su ex traía el asunto de la camioneta ante testigos. El mismo texto de whatsapp haciendo referencia a asuntos de los que yo no tenía forma de saber por mi mismo (los “acuerdos rotos”), es una prueba clara de que hubo una plática anterior a la que yo estaba haciendo referencia. Sin embargo, él se presenta como si lo hubiera citado para hablar de sus problemas matrimoniales y no de la camioneta.
En cuanto a la prueba de que sí le había dicho al “hermano” que iba a traerse el caso con testigos, y que él lo sabía, se puede ver en cuatro cosas: 1) tengo el grupo de watsapp que abrimos con el hermano, su exesposa y los testigos que participarían en la reunión, ahí mismo se le explicó el protocolo de Mt18 que aplicaríamos y se le citó a lo cual él accedió. 2) Otra prueba es que cuando se llevó a cabo la reunión, como lo atestigua el audio del caso, no estaba extrañado, ni protestó por los testigos presentes, ni se retiró, sino actuó con normalidad al presentar su defensa. 3) Cuando llegó a la reunión procedió a entregarnos una copia a cada testigo de su evidencia ¿Cómo es que tenía una copia para cada testigo? o ¿por qué no se muestra sorprendido al ver los testigos? la razón es porque él sabía que iba a ver más gente. 4) También, no es la primera vez en la que el “hermano” participa en este tipo de dinámica, ya anteriormente vivió una situación similar en donde su mamá lo acusaba de algo y también participaron 3 testigos para resolver el caso —tengo los audios de dicho caso. Así que no, el “hermano” sabía muy bien cómo se llevan este tipo de casos, porque yo se lo dije, se lo pusimos por escrito en el grupo de whatsapp, porque ya ha vivido anteriormente dicha situación, y porque conoce los pasajes de la Biblia que marcan el proceso a seguir, así que no puede hacerse el engañado ni el sorprendido, la evidencia lo demuestra. Por lo tanto cuando el “hermano” dice “yo jamás imaginé que Alberto llevaría testigos, si lo hubiera sabido, jamás hubiera ido a esa junta”, es una flagrante mentira.
Difamación 3:
El “hermano” me acusa también de que me comporté como un juez que no quiso oir ninguno de sus argumentos por considerarlos irrelevantes. Sin embargo, como atestiguan los audios del caso ante los 3 testigos, esto también es falso: en dicha reunión se le dió la oportunidad de hablar al “hermano”, y todos escuchamos lo que tenía que decir en relación a la camioneta. Lamentablemente mucho de sus argumentos eran irrelevantes para el caso a tratar, al parecer él creía que sus problemas matrimoniales de años atrás justificarían la mentira y el despojo de la camioneta que realizó. Pero como discernieron bien los 3 testigos, y como lo hizo la iglesia después de escuchar al “hermano”: sus argumentos eran irrelevantes, es decir, no servían para justificar su proceder. Cuando se le citó para ver el caso de la camioneta ante testigos el dijo “Si mi exesposa quiere hablar de eso, entonces yo voy a sacar todos los acuerdos rotos”… Tal vez pensó que era una competencia de ver quién hacía quedar a la contraparte más mal ante los demás. De cualquier forma el “hermano” tuvo, después de la junta con los testigos, dos semanas para poder presentar cualquier pieza de información vital que él hubiera considerado pertinente para refutar el fallo que se había dado y así darle la razón a él; pero en vez de eso no me quiso ver, ni hablar y sólo invirtió su tiempo en escribirme un largo correo para acusarme de un montón de cosas, pero sin añadir ninguna pizca de información que volteara la balanza a su favor en el caso. Por si eso no fuera poco tuvo la oportunidad de presentar su defensa presencialmente ante toda la iglesia como se le invitó hacerlo, pero se negó y decidió huir avisando que se salía de la iglesia. Aún ahora que se han hecho intentos por abordarlo no ha hecho nada por “aportar información nueva o faltante” que revierta el fallo a su favor.
Difamación 4:
El “hermano” me acusa de que utilicé a los testigos a mi conveniencia para respaldar la decisión que yo ya había tomado. Esto también es falso y se puede ver cuando se llevó el caso ante la iglesia: cuando se presentó el caso ante la iglesia se les envió el audio del “hermano” con su defensa, el audio de su exesposa con su acusación, el audio de sus hijos que corroboran lo dicho por su exeposa, y un resumen por escrito de dichos audios, pero NO se les envió el audio de los testigos con su análisis y veredicto. Además yo me abstuve de darles cualquier opinión al respecto y les pedí a los testigos que no dieran su opinión sino hasta después que la iglesia hubiera llegado a un veredicto. Sin la interferencia mía o de los primeros testigos la iglesia escuchó los audios, pesó la evidencia y llegó a un veredicto: de los 17 participantes 16 llegaron a la misma conclusión que los primeros tres testigos. Esto demuestra concluyentemente que el fallo de los primeros testigos no fue manipulado por mi como el “hermano” acusa, pues la iglesia corroboró dicho fallo por su propia cuenta sin influencia mía.
Difamación 5:
El “hermano” dice que actué injustamente por la forma en la que procedí en este caso, que no seguí el protocolo, que debí haber abordado su pecado a solas y/o que debí haberme sentado con él y con su ex sin más gente. ¿Es cierto esto? ¿Qué dice la Biblia que debe ser el protocolo a seguir? La Biblia dice que si tu hermano peca contra ti vayas con él a arreglar el asunto a solas, y esto fue lo que hizo su exesposa (la afectada): buscó al “hermano” y trató de arreglar el asunto, pero él se negó a regresarle el carro (el hermano mismo reconoce esto en su conversación con otra persona, y tengo los audios de dicha conversación). ¿Qué dice la Biblia que debes hacer entonces? Dice que debes ir a exhortar al hermano que pecó contra ti con dos o tres testigos para tratar de convencerlo de su pecado y hacerlo volver; y eso fue justamente lo que hizo su exesposa cuando nos citó como testigos del caso, pero el “hermano” no atendió tampoco al llamado con testigos de que se arrepintiera del mal que hizo. ¿Qué dice la Biblia que se debe hacer entonces? dice que se debe traer el caso ante toda la iglesia, y eso fue justamente lo que se hizo, la iglesia evaluó el caso y confirmó que la acusación en su contra era procedente y se le llamó al arrepentimiento y a enmendar la falta. La Biblia dice que “si incluso a la iglesia no le hace caso, que lo trates como si fuera un incrédulo o un renegado” (Mt.18:17). Todo esto se ha seguido tal como la Biblia lo estipula: no era responsabilidad mía reprender al “hermano” a solas pues yo no era el ofendido sino su ex, y ella lo hizo. Tampoco marca la Biblia que el pastor tenga que arreglar el asunto primero a solas con los involucrados, la instrucción que da en cambio es que, si no atiende a la reprensión a solas, que “tomes a uno o dos más contigo y vuelve a hablarle, para que los dos o tres testigos puedan confirmar todo lo que digas (la acusación)”. Dicho proceso no agradará a muchos, pero no se puede acusar de que no se haya seguido lo que la Biblia marca. El que no lo ha seguido es el “hermano”, pues me acusa de todas las cosas que he mencionado y en vez de acudir conmigo a solas para reprenderme, para luego hacerlo con dos o tres testigos y posteriormente ante la iglesia, lo que ha hecho es hablar de todo lo que tiene en mi contra con cuanta persona se de la oportunidad de escucharlo. Tengo pruebas de ello como los audios de su llamada a a una amistad que tenemos en común y el testimonio de terceros.
Difamación 6:
Me acusa falsamente de actuar como un tirano que no tiene a quien dar cuentas. Sin embargo, él sabe muy bien, pues lo ha visto en varios estudios Bíblicos, que el cuerpo de Cristo, la iglesia es nuestra cobertura, que cualquiera puede amonestarme, cualquiera puede reprenderme y aplicar también el protocolo de Mt.18:14-17 contra mi, como ha sucedido ya: en diciembre del 2020 recibí acusaciones de que había actuado de forma injusta y abusiva en una relación comercial con otro hermano, se llevó el caso ante dos hermanos (uno de ellos de otra iglesia); yo presenté mis argumentos y la contraparte los suyos, y estos dos hermanos dieron el fallo que resolvió toda controversia. Así que con evidencias y pruebas tangibles puedo corroborar que dicha acusación del “hermano” es falsa.
Difamación 7:
Me acusa de que no fui un verdadero pastor para él, que no lo apoyé ni estuve para él cuando lo necesitaba. Me sorprende esta calumnia, pues si alguien se benefició de mi apoyo fue él: cuando llegó a Monterrey lo hospedamos y mantuvimos una temporada en lo que encontraba departamento. No hemos dejado de orar por él y su familia, y él lo sabe muy bien. Cuando estaba renuente a tomar el taller de sanidad emocional, debido a mi insistencia logré hacer que lo tomara, y se lo impartí a él de forma individual —con nadie más de la iglesia hice eso. Lo ayude a tener su sesión de sanidad, no solo una vez sino en varias ocasiones. Lo animábamos, aconsejábamos y exhortábamos en las problemáticas que veíamos que tenía. Cuando quería hablar conmigo ahí estaba siempre disponible. Lo animábamos también a que pusiera en práctica lo que aprendía en los estudios Bíblicos y a que se activara en su ministerio, de hecho, hasta le prestábamos equipo para que compartiera la Palabra por internet. En sus problemas económicos buscaba apoyarlo de muchas formas: lo metí a vender seguros, no le cobraba el costo administrativo de sus pólizas, invertí tiempo en capacitarlo, le pagué un programa de administración de ventas, le proveí teléfono, internet, y un lugar de trabajo en la casa, le ofrecí un ingreso fijo (el cual él no aprovechó), le prestaba mi carro, y cuando lo chocó no le cobré el golpe que le dió, etc. En fin, si alguien se ha visto beneficiado de nuestro trabajo y ministerio ha sido él. La Biblia advierte lo que sucede cuando alguien devuelve mal por bien (Pr.17:13)
Difamación 8:
A pesar de todo lo que hemos hecho por él, no solo me ha acusado en falso de todo esto ante terceros y a mis espaldas, sino que ha metido cizaña al decir a terceros que ¡yo he estado hablado mal de ellos! Por ejemplo: Ha ido con amistades que tenemos en común, con exmiembros de la iglesia y aún con mis suegros para decirles que hablo mal de ellos. Como resultado, algunas de las relaciones se han fracturado. Mi preocupación con todo esto no es tanto mi reputación o las relaciones rotas, sino la condenación que el “hermano” pueda estar trayendo sobre su vida ante todo lo que está haciendo pues la Biblia dice que “Dios aborrece el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Pr.6:16,19). No tengo evidencia tangible (audios, escritos, o videos) de esto como con las otras difamaciones que ha levantado en mi contra, solo el testimonio de algunas de las personas involucradas.
Para analizar:
Lo interesante del caso es que el “hermano” llevaba unos 5 años con nosotros en Minas y nunca, en todos estos años, mostró alguna queja de nuestro trabajo y ministerio, de hecho, siempre asintió a cada enseñanza y a la forma en que se llevaban las cosas. No fue sino hasta ahora que se le confrontó en el caso de la camioneta de su “exesposa” que comenzó una campaña de desacreditación en mi contra. De repente todo está mal conmigo y con el ministerio. ¿No es raro esto? ¿Por que ninguna queja o acusación antes? ¿No suena más bien que está despechado y actuando en venganza tratando de desquitarse? ¿No será que su estrategia de defensa ante su mal proceder en el caso de la camioneta de su ex es desacreditar a sus acusadores y el proceso que se siguió? Son preguntas para analizar. Pero en lo que respecta a todas y cada una de las acusaciones, mi testimonio con su respectiva evidencia lo refutan. Ojalá estas aclaraciones ayuden a silenciar al “hermano” por su propio bien y así no añada más condenación —además de la ya acumulada con la situación de su ex. También oro para que Dios ayude a quitar cualquier piedra de tropiezo que el enemigo quiera poner para bloquear la bendición que otros pudieran recibir de nuestras vidas y ministerio.
De mi parte yo ya he perdonado al “hermano”, y estoy agradecido de que esto haya pasado pues sabemos que todo obra para bien de los que amamos a Dios. Tengo la certeza de que esto va a desatar los propósitos de Dios y me emociona pensar en eso. Por lo pronto todo esto ha servido para sacar a relucir lo que hay en el corazón de muchos, para probar nuestra madurez, así como nuestra fidelidad a la Palabra de Dios. Sin embargo, no dejaremos de orar por el “hermano” para que el Señor lo lleve al arrepentimiento y lo traiga de vuelta. No es el deseo de Dios que alguno se pierda, sino que vayamos por la oveja perdida, y así haremos y seguiremos haciendo.