Bíblicamente podemos aseverar con un contundente: “no, no es pecado”. Puesto que no había métodos refrigerantes, ni pasteurizantes, ni envasados al vacío para evitar la fermentación del jugo de uva, la ingesta de vino (u otras bebidas fermentadas) era algo normal en la Biblia. En el AT los únicos que tenían prohibido beber vino eran los que hacían votos nazareos (Números 6:1-4) u otros votos especiales (Jer.35:1-16), de ahí en adelante todos los demás personajes en la Biblia bebían vino (Gn.9:21, 14:18; 27:25; Job 1:13; 1Sa.16:20; 25:18; 2Sa.16:1, etc.), de hecho la celebración de la pascua, según la tradición judía y la instrucción rabínica, se hacía con 4 copas de vino, y no es de extrañarse pues la Biblia trata al vino como símbolo de alegría y regocijo (Sal.104:14-15, Jue.9:13, Ec.10:19). En el nuevo testamento también puedes ver que Jesús bebió vino (Lc.7:33-34; Mt.16:26-26), de hecho, su primer milagro fue la transformación del agua en vino (Jn.2:1-11); Pablo recomendaba a Timoteo la ingesta de vino por sus problemas estomacales (1Ti.5:23), y la celebración de la Santa Cena de la iglesia primitiva, se hacía con vino —que, por sobrepasarse algunos terminaban borrachos (1Co.11:26) y disciplinados por Dios (1Co.11:30). De hecho, el banquete que Dios dará en la inauguración del reino en la tierra será acompañado con vinos selectos (Is.25:6).
El vino no, el abuso sí
No la Biblia no condena la ingesta de vino, sino el abuso de él (Ef.5:18; Is.5:22; Pr.20:1), por eso advierte de sus peligros, no solo por los males que trae en esta vida (Pr.23:19-35), sino porque es uno de los pecados por los cuales viene condenación eterna si no hay arrepentimiento (1Co.6:10). El abuso del vino es condenado en la Biblia porque viola el principio de sobriedad (1Ts.5:6; 1Pe.4:7) y el de dominio propio (1Co.6:12; Ga.5:23; 2Ti.1:7). La sobriedad es crucial para tomar decisiones sabias y para que no hagas ni digas disparates (Pr.23:33), pues el vino puede producir estados alterados de conciencia que te llevan a relajar tus inhibiciones, tu moral y tu sano juicio (Pr.20:1), también te lleva a olvidar tus problemas, a tener alucinaciones (Pr.23:33) y mitigar el dolor (Pr.23:35), por eso las personas en dolor o aflicción hallan en él consuelo (Pr.31:6) y una forma artificial de alegría. Pero este consuelo es traicionero, pues termina aprisionando su voluntad causando adicción y destrucción.
Que tu libertad no cause tropiezo
Consciente de esto uno podría decir, “ok, mientras que no me emborrache está todo bien, puedo tomar vino o cerveza con libertad”. Pero no tal cual, hay otro factor a considerar: y es el del testimonio. La Biblia nos dice que “tengan cuidado de que su libertad no se convierta en motivo de tropiezo para los débiles en la fe.” (1Co.8:9). Porque “si alguien de conciencia débil te ve a ti, que tienes este conocimiento, tomar cerveza o vino, en nuestro contexto mexicano en el que es normal abusar de la bebida ¿no se sentirá alentado a tomar también, y a hacerlo de forma excesiva como el resto de la gente? Entonces ese hermano débil, por quien Cristo murió, se perderá a causa de tu conocimiento. Al pecar así contra los hermanos, hiriendo su débil conciencia, pecan ustedes contra Cristo. Por lo tanto, si la bebida va a hacer pecar a mi hermano, no beberé vino jamás, para no hacerlo caer en pecado” (parafraseando 1Co.8:10-13). “No destruyas la obra de Dios a causa de lo que comes. Recuerda que todos los alimentos están permitidos; lo malo es comer algo que haga tropezar a otro. Es mejor no comer carne ni beber vino ni hacer ninguna otra cosa que pudiera causar que otro creyente tropiece. Tal vez crees que no hay nada malo en lo que haces, pero mantenlo entre tú y Dios. Benditos son los que no se sienten culpables por hacer algo que han decidido que es correcto.” (Ro.14:20-22).
Nuestro contexto en México
Lamentablemente abusar de la bebida es una normalidad en México, y por lo mismo cuando te ven tomando, asumen que eres como cualquier otro mexicano que abusa de la bebida, y es complejo andar aclarando a todos tus convicciones de tomar con moderación. Aquí no es como en Europa en el que beber vino con los alimentos es algo normal y tienen una cultura de moderación. Ni estamos en los tiempos bíblicos en donde la ingesta de vino era algo generalizado casi casi obligado por necesidad. Nuestra realidad es otra y tenemos que adaptarnos. ¿Hay excepciones? Claro, hay excepciones, pues hay lugares o eventos en donde se da la toma de vino de forma moderada porque hay un control grupal o del que provee la bebida: por ejemplo hay quienes celebran la santa cena con vino, pero la bebida no es libre: solo sirven una copa (y típicamente pequeña) a los que participan en ella, y no permiten nada más; hay también comidas de gala o especiales en los que sirven el vino de mesa con los alimentos, pero es un evento en donde la bebida está controlada y la presión de grupo es hacia la moderación por la formalidad del evento.
“No ser dado al vino”
Tal vez digas “oye pero yo tomo solo entre cristianos maduros que saben que puedes tomar moderadamente” ¿se vale? Si te reúnes frecuentemente solo para eso, o si suelen acompañar sus reuniones con bebida, o si tienen la costumbre de beber después de cada reunión cristiana y otros hermanos se enteran, estás rompiendo el principio del buen testimonio, pues la ingesta de bebidas alcohólicas, aunque sea moderada, si se hace frecuente y a oídos de otros, da el mensaje de que te gusta la bebida y que seguramente lo haces con exceso, y por lo mismo puedes hacer caer a los débiles en la fe, por eso un requisito para los líderes de la iglesia es que “no fueran dados al vino” (1Ti.3:3), no dice “borrachos”, sino que “no lo tomaran con frecuencia”, es decir, que mantuvieran su ingesta al mínimo. Timoteo, por esto mismo, como líder de la iglesia, había eliminado la bebida casi por completo al punto que Pablo tuvo la necesidad de animar a Timoteo que tomara algo de vino por sus problemas digestivos (1Ti.5:23). Así que tu ingesta moderada, pero abiertamente frecuente, te puede descalificar del liderazgo. Cuidado con eso.
Considerar las debilidades de otros
Por otro lado, debes considerar que aún entre cristianos maduros hay debilidades, aunque sean latentes, por ejemplo: si entre los que tienen este conocimiento hay personas a las que Dios los rescató del abuso de sustancias, la tentación de querer abusar de una sustancia más seguirá latente y en este caso podría ser el alcohol, así que no resultaría prudente la toma de bebidas alcohólicas delante de personas así (aunque tengan conocimiento). Igualmente, si te enteras de que entre ellos ha habido intentos de suicidio, o problemas grabes de depresión, tomar entre ellos o permitir que se enteren que lo haces frecuentemente, no les ayudará, pues el alcohol es una de muchas sustancias que se utilizan para huir de la depresión y/o atreverse a hacer cosas que uno en su sano juicio no haría (como el suicidarse). Así que no te fíes de los que “son maduros”, no hagas tropezar a nadie, cuida tu testimonio, cuánto más si eres un líder cristiano a cargo de un grupo (o aspiras a hacerlo), como Pablo le dijo a Timoteo:
“que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza” (1Ti.4:12)