Una de las acusaciones frecuentes que recibo es que “no soy cristiano” o “no soy un buen cristiano” por todas las críticas que hago al gobierno y al presidente. ¿Es correcto esta acusación? ¿que dice la Biblia al respecto?
Bueno, por un lado la Biblia enseña que no debemos insultar a las autoridades sino honrarlas y respetarlas (Ex.22:28, Hch.23:5, Ro.13:7). ¿Esto significa que no podemos criticar, denunciar o exhibir sus malas acciones? Claro que no, pues si fuera esto pecado Dios los estaría fomentando al levantar a siervos suyos que hicieran justamente eso. Tienes el caso de Jeremías levantado a hablar contra los reyes y autoridades de su tiempo (Jer.1:18; 6:13; 34:19); a Isaías que denunciando a las autoridades (Is.1:23) y hasta amenazándolas con el juicio que vendría (Is.3:14). Tienes el caso de Juan el Bautista criticando públicamente al rey Herodes por sus injusticias (Lc.3:19-20), e incluso reprendiéndolo directamente (Mt.14:3-4), tienes a Jesús llamándole zorra (Lc.13:31-32). Y faltarían muchos casos de los profetas como Miqueas, Amor, y los demás profetas menores. Uno de ellos, Micaías siempre hablaba en contra del Acab, al punto de que este decía “yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal” (2Cr.18:7), y cualquier persona pensaría que estaba ensañado contra él, pero era Dios insistiendo por medio de Micaías para que Acab se volviera de sus malos caminos.
Cuando te das cuenta que los sacerdotes y ancianos no solo eran la autoridad religiosa, sino política, pues junto con el rey, ejercían el poder judicial y penal de la nación (ver Dt.17:8-9; 21:18-21); te das cuenta que hay mas casos, pues te encuentras Esteban reprendiendo a los ancianos y sacerdotes llamándoles “duros de cerviz e incircuncisos de corazón” así como “traidores y asesinos” (Hch.7:51-53). Te encuentras a Jesús (y Juan el Bautista) llamándoles “camada de víboras” (Mt.3:7; Mt.23:33); “hipócritas llenos de robo y desenfreno” (Mt.23:25), “guías ciegos” (Mt.23:24; Mt.15:14). Los apóstoles también los puedes ver reprendiendo, acusando y desafiando a los líderes políticos-religiosos (Hch.4:5-11, 19-21; 5:28-30).
Y es que no hay conflicto entre el mandato de no insultar y honrar a las autoridades con el denunciar y exponer su pecado. Son dos cosas diferentes. Por ejemplo, no insultamos ni faltamos el respeto a una persona homosexual, pero sin embargo, predicamos contra dicho comportamiento, lo denunciamos y llamamos a arrepentimiento a quienes lo practican. Y es que lo que la gente a veces no entiende es que el mayor acto de amor que una persona puede hacer por otra es exponer el pecado que le está robando las bendiciones de Dios y que lo está llevando al infierno. Si no denuncias que está mal y las consecuencias que traerá ¿entonces de qué se arrepentirán? y si no se arrepienten ¿cómo buscarán el perdón que Dios les ofrece gratuitamente en Jesús? y por otro lado, ¿cómo advertirías a la gente para que no imite ni apoye dicho comportamiento si no lo denuncias como se ordena en Ef.5:11? Pablo lo hizo con Pedro (Ga.2:14), ¿por qué? porque tu silencio te haría cómplice con el malo. Es bien sabido, por ejemplo, que Hitler subió al poder sin obstáculo alguno y se mantuvo ahí prácticamente sin oposición de los cristianos, gracias a que púlpitos de las iglesias guardaron silencio. Tal vez también creyeron que estaban respetando la autoridad, pero en realidad se volvieron cómplices con régimen Hitleriano. Aprendamos entonces de la historia, pues no es el único mal líder político que ha surgido o que va a surgir, y no podemos cometer los mismos errores.
Obviamente denunciar el pecado, lo que está mal, te haría ver mal a los ojos de la gente que lo practica o lo apoya pues,, en su naturaleza pecaminosa, el hombre quiere pecar sin que nadie lo esté amonestando o denunciando. Jesús por ello se ganó el odio de la gente (Jn.7:7) y, si seguimos sus pasos, nos advirtió que sucedería lo mismo con nosotros (Mt.5:11; Jn.17:14). De hecho, si producíamos el efecto contrario en la gente, seguramente estamos siguiendo los pasos de los falsos profetas de la antigüedad que solapaban a los malos líderes (Lc.6:26).
Por otra parte, en la actualidad vivimos en un régimen democrático, en donde la forma de hacer política es opinando, en donde la opinión pública sirve de contrapeso para parar o dificultar las malas decisiones que el gobierno realiza. No por nada en el juramento que el gobernante hace cuanto toma su cargo termina diciendo:
“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.”
Por eso en nuestro sistema político la opinión pública es vital, y esto se ha acentuado con las redes sociales. Así que aprovechemos estos medios para hacer política levantando nuestra voz y difundir nuestro descontento cuando algo que hace el gobierno está mal. Dejemos que nuestra opinión ejerza una presión sobre el gobierno. Gracia a esta participación cristianos y católicos han podido parar legislaciones que atentan contra la familia, contra la vida o contra nuestros hijos. Como dice Pablo: “no tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas“. Y eso seguiremos haciendo con el favor de Dios… seguiremos los pasos de Jesús, Juan el Bautista, los apóstoles, y demás profetas del antiguo testamento, aunque a la gente le incomode; seguiremos “demandando” al presidente decisiones y medidas en beneficio de la nación tal como él nos pidió que hiciéramos en su juramento.
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